La convergencia, es decir, el crecimiento más acelerado de los países más rezagados, se cumplió en 2014 sólo en casos puntuales, cuando era una norma antes de la crisis Subprime. Los pronósticos del FMI apuntan a una expansión de 3.4% en la economía global en 2014 y un número similar para 2015. Si bien el mundo emergente se expandiría por encima del 4%, en realidad se debe al impulso de Asia emergente y algunos países de Africa Subsahariana; en el resto de los países en desarrollo las trayectorias de crecimiento son más bien modestas: 1% en América Latina y el Caribe y 3% en Europa emergente y Medio Oriente y el Norte de Africa. En el grupo de los países desarrollados también hay heterogeneidades: el FMI espera un crecimiento mayor al 3% en Estados Unidos, pero cercano al 1% para Japón y Europa. El traslado de las fuertes recesivas fue acompañado de una mudanza en las presions deflacionarias, que comienzan a dominar la escena en los países emergentes.
Las ausencia de estabilidad, en tanto, se debe mayoritariamente a dos factores: la caída en el precio de las materias primas y la volatilidad financiera asociada a la normalizacion de la política monetaria en Estados Unidos.
Con respecto al primer punto, es dificil saber si los ajustes ocurridos a finales de 2014 y principios de 2015 van a continuar a lo largo del año o los precios se van a estabilizar en los niveles actuales. Si bien se espera que los movimientos en alimentos y metales sean suavizados, la incertidumbre se concentra en el petróleo. Hay argumentos convincentes sobre un barril por debajo de los 40 dólares como también los hay sobre un barril por encima de 80 dólares. A la vez, países especializados en petróleo han comenzado a sentir los efectos adversos del lado financiero. El riesgo corporativo medido a través del CEMBI subió en Nigeria casi 800 puntos básicos, mientras en Rusia lo hizo 380 puntos básicos y en Brasil 250.
Con respecto al segundo punto, los cambios en la política monetaria norteamericana en el marco de la guerra de monedas entre Estados Unidos y Europa actuarán como episodios de inestabilidad financiera, que podrán ser solo eso o convertirse en algo peor para los países emergentes a la luz de lo comentado más arriba.
¿Cómo entra América Latina en este nuevo escenario global? Algo adelantamos: es una de las regiones de más bajo crecimiento. Se trata en general de países exportadores de materias primas, de manera que han sido afectados de lleno por los menores precios internacionales. El caso extremo es Venezuela: allí las exportaciones de petróleo representan un 85% del total, y los ingresos fiscales asociados a los recursos naturales más del 45% del total. Ecuador, Bolivia y Chile enfrentan shocks menores, pero de todas maneras destacables. Lo interesante es que esta reversión en los términos de intercambio encuentra a la región como un todo peor preparada que en 2008: ahora los déficit de cuenta corriente son la norma.
En este nuevo escenario, las heterogeneidades también importan. No solo en función de lo realizado durante la bonanza, sino también en lo que respecta al tipo de integración y al direccionamiento del comercio. Al respecto, podemos decir que los países de América del Sur, que exportan materias primas y su destino más dinámico ha sido Asia, son los que enfrentan las mayores dificultades; México, los países de América Central y el Caribe, en cambio, asocian su ciclo económico con el de Estados Unidos, y entonces allí el panorama no parece tan complejo. Una rápida mirada a las perspectivas macroeconómicas de Brasil y México sirven para resumir este punto: mientras el primero se caería un 1% en 2015, el segundo se expandiría un 3%.