La enfermedad holandesa en América Latina 1950-2011

2012

A primera vista, un período extendido de términos de intercambio altos es decididamente una buena noticia. Sin embargo, los episodios de salto en los ingresos derivados de las exportaciones tradicionales generan dilemas de política difíciles de enfrentar. Nos referimos al riesgo de contraer la “enfermedad holandesa” (Corden 1984). El shock en cuestión mejora la rentabilidad relativa del sector tradicional de manera que puede implicar una reasignación de factores productivos que termine por dañar a otros sectores de la economía. Pero además, el exceso de divisas derivado del boom tiende a apreciar el tipo de cambio real y ello también afecta negativamente al sector transable no tradicional. La suba del colateral para tomar deuda externa aporta presiones adicionales a la apreciación, de manera que dos riesgos básicos emergen: el primero es que la concentración en el sector transable tradicional pueda ser insuficiente para incrementar la productividad agregada y/o lograr mejoras distributivas; el segundo, que la vulnerabilidad externa asociada al déficit de cuenta corriente termine en una crisis de balanza de pagos. ¿Es este un evento recurrente en América Latina? Eso veremos en el presente artículo. 

 

Para repasar el desempeño de la economía latinoamericana en los entornos de boom de recursos naturales, seguiremos un enfoque de estudio de eventos. En particular, nos interesará analizar la evolución macroeconómica cuando un país transita una fuerte suba en los términos de intercambio, que los ubica por encima de los niveles históricos. El análisis de más abajo, tomado de Albrieu (2012), cubre el período 1950-2011 y se utilizan datos anuales de 19 países de la región (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela) provenientes de CEPAL.  

 

La métrica allí utilizada permite detectar 46 casos de boom en el período 1950-2011, que concentran en dos décadas: los 1970s (35% de los casos) y en los 2000s (27%). El impacto promedio del shock es una suba en los términos del intercambio comercial del 21% en el primer año, mientras que si computamos las ganancias subsiguientes el crecimiento pasa el 37%. La duración promedio del evento, definida como la cantidad de años consecutivos en que los términos de intercambio son mayores o iguales al valor registrado el año del shock, asciende a 2,5. La estadística descriptiva de las bonanzas deja algunos hechos estilizados. Primero, reina la diversidad: mientras algunos países (como Bolivia y Chile) enfrentan bonanzas externas en forma recurrente, en otros no es tan usual (como Brasil o Nicaragua). Además, en un conjunto de países (como Costa Rica o Panamá), asociados a las conexiones con los Estados Unidos, los shocks positivos de términos de intercambio no se asocian con la bonanza de los recursos naturales, sino más bien lo contrario. Segundo, se confirma que en los países especializados en productos energéticos los shocks de recursos naturales son más frecuentes, profundos y duraderos que en el resto de los países, mientras que aquellos especializados en bienes agrícolas registran menos volatilidad en su frente externo. 

 

¿Cuál fue el comportamiento macroeconómico en estos eventos? Para dar respuesta a esta pregunta seguiremos la siguiente estrategia. Mostraremos lo ocurrido en el evento promedio para América Latina y, para dar cuenta de la diversidad, en dos eventos particulares del pasado que destacan por su contraste: el boom en México a fines de los setenta y el de Chile a fines de los ochenta. En ambos episodios los términos del intercambio comercial se dispararon (un 37% entre 1976 y 1980 en el primer caso; un 46% entre 1986 y 1989 en el segundo) producto de subas en los precios reales de sus principales bienes de exportación (del 98% en el petróleo en el primer caso y un 77% en el cobre en el segundo); y en ambos casos el principal bien de exportación acaparaba más del 40% de los ingresos por exportaciones. La principal diferencia fue el desempeño macroeconómico: mientras en México una década después del shock el PBI real por habitante seguía en los niveles previos a la crisis, en Chile se expandió casi un 20%. Por último, evaluaremos cuán cerca o lejos están las economías de la región de sufrir de enfermedad holandesa en el boom actual.  

 

Como dijimos más arriba, uno de los principales síntomas de la enfermedad holandesa es la apreciación cambiaria. En efecto, en América Latina los shocks de recursos naturales fueron seguidos por una apreciación del tipo de cambio real, cercana al 10% en los dos años posteriores al shock. En el caso de México la apreciación es más marcada: entre 1978 y 1981 llegó al 22%. En Chile, en cambio, el tipo de cambio se mantuvo relativamente constante. La diferencia aquí se relaciona con los regímenes cambiarios (Frenkel y Rapetti 2011). En México, luego de la crisis de balanza de pagos de 1976 y una fuerte devaluación se estableció un régimen de tipo de cambio fijo; con tasas de inflación promedio superiores al 20% la competitividad se redujo en forma consistente desde el boom hasta la explosión de la crisis en 1982. En Chile, en cambio, la política cambiaria implementada desde mediados de los ochenta a fines de los noventa resultó en buena medida del aprendizaje de lo ocurrido con la “tablita” años atrás: un esquema de tipo de cambio ajustable para mantener al tipo de cambio real en niveles competitivos.  

 

Gráfico 1

Evolución de tipo de cambio real en eventos de boom de recursos naturales (t=100)

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Fuente: Elaboración propia en base a CEPAL e IADB  

El segundo síntoma de enfermedad holandesa es la desindustrialización. La evidencia sobre los eventos de boom de recursos naturales muestra que este rasgo no ha estado presente como regla general. En el gráfico 16 puede observarse que las exportaciones de productos manufacturados como porcentaje del PBI no alteraron su tendencia (creciente) frente a la ocurrencia del shock, a pesar de que el mismo pueda haber incentivado a las manufacturas asociadas a la agricultura. Dicho de otra manera, los booms de recursos naturales no han acelerado la incorporación de tecnología y el upgrading de las economías de la región. Los casos específicos bajo estudio dan cuenta de la heterogeneidad: mientras en Chile las exportaciones de manufacturas crecieron, en México se redujeron prácticamente a la mitad. De hecho, Freund y Pierola (2012) en su estudio de los crecimientos súbitos en las exportaciones de manufacturas alrededor del mundo detectan uno en Chile en el año 1988, coincidente con el boom de términos de intercambio. Si vamos a la evidencia de nivel de  actividad, se observa en ambos casos que se aceleraron al mismo tiempo el PBI total y la producción manufacturera (Díaz et al. 2007; Ros 1986). Sin embargo, en el caso de México se observa una reorientación de la inversión, hacia las actividades petroleras en el caso de la inversión pública y hacia los servicios en el caso de la inversión privada (Moreno Brid y Ros 2009). 

Gráfico 2

Evolución de las exportaciones de manufacturas en eventos de boom de recursos naturales(% del  PBI)

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Fuente: Elaboración propia en base a CEPAL e IADB 

 Si creemos que la industria es “especial”, debe analizarse por separado la evolución de las exportaciones industriales. Y Allí vemos que la desindustrialización es la norma (Lall y Weiss 2005). La generalidad de la desindustrialización observada en América Latina nos da una pauta de que la misma no sólo se generó por el boom de recursos naturales; en cambio, se trata de los efectos del nuevo rol de Asia en la economía mundial que comentamos en la sección 2. En particular, la penetración de China en los mercados globales industriales ha sido impresionante en la última década: si en el año 2000 las exportaciones industriales de China representaban un 4% de las exportaciones industriales totales, hacia 2010 la participación se elevó al 14%.   

 

El tercer síntoma de enfermedad holandesa se relaciona con el frente externo: la aparición del déficit comercial. Como se observa en el gráfico 3, en el caso típico latinoamericano un boom de recursos naturales genera una mejora en el resultado de cuenta corriente, moviéndolo a terrenos positivos. Sin embargo, el efecto es transitorio: un año después del shock el déficit regresa. Nótese que no se trata de una reversión en los términos de intercambio, en tanto vimos que su persistencia es mayor: se relaciona con una disminución en las exportaciones no tradicionales o un boom importador.   

 

En esta línea, el caso de México ilustra un rasgo negativo asociado al boom de recursos naturales: el sobreendeudamiento. En efecto, cuando suben los precios de las materias primas, los fundamentals macroeconómicos de los países con recursos naturales abundantes mejoran, y con ello se facilita el acceso al crédito externo. La mayor vulnerabilidad financiera se manifiesta en una posible reversión en los flujos de capital y los ajustes internos que dicha reversión requiere. Volviendo a México, a fines de los setenta la bonanza petrolera  hizo que se convirtiera en un cliente preferencial para el sistema financiero internacional, en un contexto de liquidez excedente y tasas de interés variables pero bajas (Moreno Brid y Ros 2009). La combinación de una suba en las tasas de interés internacionales y una caída en el precio del petróleo hicieron que el ratio de pago de intereses de la deuda externa sobre exportaciones se duplicara entre 1979 y 1982. En agosto de ese año el gobierno mexicano se quedó sin divisas y se dio comienzo a una seguidilla de moratorias a lo largo de América Latina que serían la entrada a la “década perdida” de la región.  

 

De hecho, Manzano y Rigobon (2007) ensayan el argumento de la volatilidad del colateral para explicar la relación entre el boom de recursos naturales de los setenta en América Latina y la “década perdida” de los ochenta: “en los 70s los precios de las materias primas eran altos, lo que permitió a los países en desarrollos utilizarlas como colateral. La década de los 80 vio una importante caída en dichos precios, dejando a los países en desarrollo con un alto nivel de endeudamiento y un flujo reducido de recursos externos para pagarla”. Sobre la relación inversa entre abundancia de recursos y desempeño macroeconómico, los autores concluyen: “la maldición se asemeja a un problema de sobreendeudamiento”. 

Gráfico 3

Evolución de la cuenta corriente en eventos de boom de recursos naturales(% del PBI)

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Fuente: Elaboración propia en base a CEPAL e IADB

En suma, el estudio de episodios de bonanza externa en el largo plazo muestra que América Latina ha sufrido sistemáticamente la enfermedad holandesa, en tanto los tipos de cambio reales tendieron a apreciarse, la estructura se primarizó y las cuentas externas se movieron hacia el déficit. Sin embargo, algunos casos contrastantes, como el de Chile a fines de los ochenta, ofrece lecciones que son de utilidad para la situación actual. 

Referencias  

Albrieu, R. (2012), “La macroeconomía de los recursos naturales en América Latina”. En Albrieu, R.; Lopez, A. y G. Rozenwurcel (eds.), Los recursos naturales como palanca para el desarrollo. Ficción o realidad? Red Mercosur.

Corden, W M, 1984. "Booming Sector and Dutch Disease Economics: Survey and Consolidation,"Oxford Economic Papers, Oxford University Press, vol. 36(3), pages 359-80, November.

Díaz, J. Luders R. y G. Wagner (2007) “Economía Chilena 1810-2000 Producto Total y Sectorial Una Nueva Mirada”

Frenkel R. y M. Rapetti  (2011a) “Exchange Rate Regimes in Latin America," in Jose Antonio Ocampo and Jaime Ros eds. Handbook of Latin American Economics: Oxford University Press.

Freund C. y M. Pierola (2012) Export Surges The Power of a Competitive Currency. Journal of developing economics, en prensa.

Lall S. y J. Weiss (2005) People’s Republic of China’s Competitive Threat to Latin America: An Analysis for 1990-2002. Adb discussion paper 14.

Manzano, O., and R. Rigobon. 2007. “Resource Curse or Debt Overhang.” In Natural Resources: Neither Curse nor Destiny, ed. D. Lederman and W. F. Maloney. Washington, DC: World Bank.

Moreno Brid, J. y J. Ros (2009), Development and Growth in the Mexican Economy. Oxford University Press.

Ros, J. (1986), “Del auge petrolero a la crisis de la deuda”. En  Thorp, R. y L. Whitehead (eds.), “La crisis de la deuda en América Latina”. Siglo XXI editores.

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