Mucho ruido y muchas nueces (pero poco sabrosas)

2011

 

best price cialis generic consultant buy cheap cialis generic generic cialis next day shipping cialis without prescription Están pasando tantas cosas de manera simultánea en el orden local y el internacional que escribir corto sobre la coyuntura es una tarea imposible. En lo que sigue va nuestro intento por sintetizar y encontrar un cierto orden lógico (pero no es corto).  

 

Argentina: ¿Irracionalidad o pragmatismo extremo? He ahí la cuestión 

Es muy difícil describir lo que está ocurriendo en la política y en la economía argentina y, al mismo tiempo, resistir la tentación de tildar de irracional la conducta de los millones de ciudadanos que toman decisiones todos los días. El nudo de la cuestión es que se observa que esos ciudadanos le han dado un voto contundente de confianza al gobierno y, simultáneamente (probablemente al otro día, ya que se vota un domingo), se agolpan en casas de cambio y bancos para comprar dólares, en lo que puede interpretarse como un voto de desconfianza para la administración.  

Por formación profesional, el economista está entrenado para tratar de explicar la conducta sin apelar a la hipótesis de que las personas son irracionales. En un mundo de gente irracional todo vale y cualquier conducta económica se puede explicar apelando a motivos estrambóticos. Ningún economista estaría dispuesto a argumentar, obviamente, que todas las personas son racionales todo el tiempo. Pero probablemente la mayoría estaría sí dispuesta a afirmar que son muy raras las ocasiones de pánico en que todos actúan irracionalmente al unísono. Además, siempre es posible argumentar que un resultado agregado irracional puede surgir de conductas individuales racionales, pero no coordinadas. Como no estamos en condiciones de elucidar si la forma de encarar el problema de los economistas es la correcta –y menos sin dar la ocasión de opinar a un psicólogo, en un país donde éstos abundan– lo que haremos es presentar dos opciones para interpretar la situación actual y sacar conclusiones que nos puedan aclarar posibles escenarios futuros, sin tomar partido necesariamente por una u otra.  

Descripción de la situación:  

  1. El oficialismo juntó más votos que ningún otro partido en las primarias obligatorias y se espera que repita ese desempeño en menos de un mes.
  2. En el mismo mes en que ocurrió esto, la fuga de capitales (o “dolarización de portafolios", si se quiere) llegó a los 2000 millones de dólares y, luego de la elección, lejos de desacelerarse aumentó obligando al Banco Central a vender cantidades récord de dólares de sus reservas.
  3. El gobierno actúa como si quisiera alimentar la dolarización. Es bastante insólito que siga emitiendo como si nada para financiar al sector público mientras el público toma los pesos emitidos y compra dólares. Si no se restringe la liquidez en pesos, difícilmente va a detenerse la compra de dólares. Nota bene: en el pasado, en todos los tramos iniciales de las crisis financieras de la Argentina ocurrió que el Banco Central emitía pesos para sostener a los bancos con redescuentos y la gente utilizaba esos pesos para comprar dólares. Se forma, en esas situaciones, un círculo vicioso: el Banco Central emite vía redescuentos, la gente le compra dólares al Banco Central con esos pesos. Ahí se acabaría el camino pues los pesos volvieron al Banco Central y la gente no tendría liquidez. Pero tampoco tendrían liquidez los bancos. Justamente por eso el Banco Central vuelve a emitir en el intento de mantener la liquidez de los bancos. La gente toma esos pesos de los bancos y los usa para comprar dólares. Por supuesto, como la gente compra dólares porque piensa que subirán de precio, sólo hay dos caminos para romper el círculo: dejar de emitir o aumentar el valor del dólar. Emitir y al mismo tiempo pretender que la gente no compre dólares cuando el precio de la divisa se retrasa en relación a la inflación, es equivalente a controlar los precios de los bienes, regalar dinero y esperar que la gente no compre bienes. Ahora, obviamente, no es una crisis financiera la causa de la emisión. Los bancos no están en problemas. Utilizamos el ejemplo simplemente porque es claro. Lo que genera hoy la emisión es algo bastante menos dramático: las necesidades de financiar al sector público en un contexto en que el gobierno no puede acceder a los mercados de deuda voluntarios. Pero está claro que, al que dolariza su portafolio, no le importa mucho por qué el gobierno insiste en proveerlo de pesos y, al mismo tiempo, mantener un dólar barato..…
  4. El gobierno mantiene una pasividad inquietante ante este panorama Las tasas de interés siguen siendo negativas. Sólo muestra reacciones instintivas como restringir importaciones o poner trabas burocráticas a la compra de dólares minoristas. Hay reacción pero no hay respuesta, si por esto último se entiende un conjunto de medidas que utilice los instrumentos a disposición del gobierno para restringir la salida de capitales y desviar esos fondos hacia la inversión productiva y la creación de empleo.  

 Interpretación posible 1: Irracionalidad 

 

  1. El votante medio argentino es irracional o extremadamente egoísta. Se entiende por esto que sólo le interesa si su ingreso de bolsillo aumentó y si tiene acceso a la compra de bienes de consumo a tasas de interés muy convenientes.
  2. Al votar demuestra incapacidad para comprender que la marcha general de la economía es insostenible con un dólar cada vez más barato; caída de reservas, un mundo en crisis, un Brasil que dejó de apreciar su moneda y un deterioro sistemático en el superávit de cuenta comercial, que era uno de los pilares anti-crisis de la Argentina.
  3. Al votar demuestra incapacidad para comprender que otorgarle una excesiva cuota de poder al Ejecutivo en el Congreso puede ser un peligro para la democracia y para los controles republicanos sobre el destino de los fondos públicos. Asimismo, un poder semejante podría amedrentar al poder judicial, un punto no menor dada la cantidad de hechos de presunta corrupción bajo investigación.   

 Interpretación posible 2: Pragmatismo extremo 

 

  1. El votante medio es extremadamente pragmático. Se entiende por esto que le interesa, básicamente, asegurar mínimamente su trabajo y cubrirse ante eventuales eventos de crisis, un ejercicio que todo argentino de ley debe saber realizar.
  2. Al comprar dólares demuestra un conocimiento profundo de la lógica de funcionamiento de la economía. Su experiencia le indica que la ilusión de que es posible para los salarios subir más que el dólar y que la propia inflación durante un largo período es sólo pasajera. Tarde o temprano se acaba con devaluación y aceleración de la inflación. Lo más racional es comprar dólares o tomar crédito a tasa muy baja y esperar que la inflación licúe la deuda.  Es lo que los argentinos están haciendo.
  3. Anticipa que se necesitarán medidas poco populares para corregir las distorsiones y que, ante tal eventualidad, es mejor tener un gobierno fuerte. Recuerda o le contaron que lo mismo ocurrió con Menem y el tequilazo en 1995, cuando éste ganó la elección en medio de la tormenta y cuando ya había variadas denuncias de corrupción en el gobierno. El ajuste realizado en 1995 fue muy eficaz. En 1998 hubo otro shock negativo, el votante medio votó en contra del oficialismo y el nuevo gobierno no consiguió estabilizar la situación en un contexto de inestabilidad política. Con estos antecedentes, sólo una oposición muy convincente podría torcer el voto en 2011 y la oposición no fue convincente en esta oportunidad. De cualquier forma, también decidió mandar señales de que no es irracional y es conciente de la necesidad del control republicano: cuando los candidatos le agradan vota a la oposición en provincias y municipios, de manera de dejar en claro que podría, bajo ciertas circunstancias, darle una oportunidad a la oposición como en 2009 sin ir más lejos. Esta interpretación tiene implícito un mensaje de cierto tono borgiano para el oficialismo: no nos une el amor sino el espanto.

 No sabemos cuál de las dos interpretaciones es la correcta o si ambas tienen algo de verdad. Pero lo cierto es que, en cualquier caso, la política económica actual no es consistente con un Brasil que deprecia el real y un mundo en crisis. La forma que toma el mensaje de que la situación no es sostenible es la demanda de dólares. Desde este punto de vista, una interpretación razonable y sencilla del mensaje del votante medio sería: (a)  voté al oficialismo porque dadas las circunstancias, creo que no hay opción mejor; (b) esas circunstancias son complicadas; (c) compro dólares para avisar que no pienso pagar los platos rotos si la opción que voté sigue políticas insostenibles. Sí, claro, también podría ser que el 50% que no votó al oficialismo esté pensando: si siguen votando así, me dolarizo. 

Es urgente, en cualquier caso, que la Argentina tome nota del cambio en la coyuntura regional. Brasil está imprimiendo cambios significativos en sus políticas macroeconómicas de corto plazo y se está orientando lentamente a corregir el rumbo en el sentido correcto. En el caso de Brasil el problema más serio es que un gasto público muy alto sólo es compatible con una inflación baja si la tasa de interés es muy alta. Pero esa tasa de interés atrae capitales y ello deteriora la competitividad al apreciar el real. Lo que ha empezado a hacer nuestro vecino es deshacer esa madeja. Por una parte se han introducido medidas de austeridad fiscal y, por otra, se ha abandonado la política de subir la tasa de interés. Esto tuvo como efecto inmediato la depreciación del real. Un real más barato implica una Argentina menos competitiva; mayor dificultad para exportar y  mayor déficit con Brasil cuando éste ya es alto. 

Ante este panorama, la pregunta del millón es si el gobierno está actuando con pragmatismo o es irracional en el sentido de no tomar en cuenta cómo está cambiando el panorama mundial y el hecho de que muchas variables domésticas están fuera de regla, lo que alimenta la fuga de capitales. Siendo el gobierno compuesto por argentinos, lo lógico es aplicar aquí también la hipótesis del pragmatismo extremo. Esta hipótesis lleva a la conjetura de que el gobierno es pasivo y no cambia nada porque hacerlo en este momento podría perjudicar el resultado electoral. Prefiere pagar el costo de que la situación empeore algo más, esperando a cambio el beneficio de más votos y más poder político para introducir los cambios necesarios luego del acto eleccionario de octubre. Tiene sentido. Aunque, por ahora no se nota preocupación alimentada en el pragmatismo. No está claro que haya un diagnóstico de la situación con la precisión requerida para actuar. Pero tampoco es que sería tan difícil hacerlo…..   

La coyuntura internacional y sus dilemas 

El jueves 15 de setiembre se cumplieron tres años de la caída de Lehman Brothers y, como para que quedara claro que la crisis está lejos de ser un tema del pasado, ese mismo día los Bancos Centrales de Estados Unidos, la Eurozona, Suiza, Inglaterra y Japón anunciaron que tomarán medidas para generar liquidez en dólares, ante el agravamiento de las expectativas de que se produzca un nuevo colapso en los mercados de crédito. ¿Cuáles son los desequilibrios detrás de la persistencia de la crisis? Con el propósito de aclarar este punto, listamos más abajo los cuatro desequilibrios más relevantes y, en cada caso,  indicamos qué se está haciendo para contenerlos y por qué lo que se está haciendo es insuficiente. Para comprender este último punto es importante tomar en cuenta que los cuatro desequilibrios no son independientes y que en buena medida el éxito depende de actuar de manera coherente en todos los frentes. 

(1) Iliquidez  

Este desequilibrio es el más temido en el día a día ya que un agravamiento de la iliquidez puede llevar a un colapso del crédito que paralice las transacciones en los mercados financieros con consecuencias graves sobre el nivel de actividad y el comercio internacional. Eso ocurrió luego de la caída de Lehman y fue gravísimo. Podría ocurrir de nuevo si se produce una restructuración desordenada en Grecia con efectos de derrame sobre Italia o España.  

¿Por qué es hoy una amenaza? Cuando no se sabe quién es solvente y quién no, por las dudas nadie le quiere prestar a nadie y eso lleva a la parálisis del crédito aún a muy corto plazo. Por supuesto: la reducción reciente en la calificación de la deuda de Estados Unidos y la de Italia ahora, no ayudan para nada a reducir la incertidumbre sobre la solvencia. Así, a pesar de que los bancos centrales han estado fabricando dinero a gran escala, quienes lo tienen no quieren prestarlo o invertirlo en activos de riesgo. La dificultad no se origina en que “falte” oferta de dinero sino en que la demanda por estar líquido es insaciable cuando existe incertidumbre. Esto genera lo que los economistas llaman trampa de liquidez.      

¿Qué se está haciendo? Los Bancos Centrales están generando liquidez por varios canales. En Europa están comprando bonos de los gobiernos con problemas. Estados Unidos hizo relajamiento monetario y volverá a hacerlo si la situación es  lo suficientemente apremiante; por ahora aseguró que mantendrá las tasas en el freezer por bastante tiempo. 

Qué conflictos obstaculizan la solución? Hay dos básicos. El primero es que la compra de títulos hace que el balance del banco central se debilite: le quedan anotados en el activo unos bonos cuyo valor nadie conoce a ciencia cierta. En el caso de Europa esto equivale a “socializar” (¿o debería decir alemanizar?) las pérdidas ya que los bonos “malos” los emiten España, Italia, etc. y el banco central que los compra es de todos los europeos. Un banco central con balance débil no es creíble y para hacerlo creíble nuevamente hay que capitalizarlo. Los alemanes ya saben que ellos estarán a cargo de esa tarea y se resisten. El segundo problema es que la emisión de euros o dólares para generar liquidez genera efectos derrame negativos sobre el resto de los jugadores: mayor oferta de, digamos, dólares y euros, implica para Suiza, Japón y los emergentes, moneda más fuerte y menos competitividad. Los bancos de esos países ya están interviniendo para evitar la apreciación. Esto se llama nada metafóricamente guerra de monedas. Si se generaliza los efectos serían devastadores.  

(2) Nueva recesión 

Las cifras de nivel de actividad que se conocen son poco alentadoras. El FMI acaba de revisar a la baja las cifras para la economía internacional. Por ejemplo, Europa creció poco y se estancará en la segunda mitad del año. En Estados Unidos la situación no es muy diferente. Las cifras de empleo en los países afectados son deprimentes.  

¿Por qué es hoy una amenaza? Porque no se sabe de dónde saldrá la demanda efectiva que se necesita para evitar una recesión. Los hogares en Estados Unidos están en la tarea de ahorrar para desendeudarse y  el crédito no es dinámico por las razones ya mencionadas. El temor al desempleo -o, directamente estar desempleado– desincentiva el consumo en todos los países avanzados. No hay mucho para esperar del consumo y la inversión en un contexto así. Las exportaciones podrían generar demanda, si se deprecia la moneda. Pero si todos tratan de hacer lo mismo, se alimenta la guerra de monedas.  

¿Qué se está haciendo? Poco. Los gobiernos ya hicieron toda la política anti-cíclica que la restricción de solvencia les permite y más. En 2008 lograron parar la “gran recesión” al costo de aumentar el endeudamiento y el déficit fiscal hasta el límite. Se acabó el espacio fiscal: hoy la alternativa es ajustar y profundizar la recesión para preservar la solvencia o expandir el gasto (o reducir impuestos) para mantener el nivel de actividad pero poniendo en serio riesgo la solvencia. En Europa tiende a primar el ajuste para preservar la solvencia fiscal, pero los efectos sobre el nivel de actividad están a la vista. Obama, a corto plazo, lucha por imponer un programa que incluye estímulos a las pequeñas empresas, la creación de empleo y reducción impositiva a familias. Tiene dificultades para que se lo aprueben. No le va mejor con el ajuste a largo plazo. Propone en parte reducir gastos y en parte aumentar el impuesto a los ricos. Pero el súper comité que debe evaluar esto está muy influido por el Tea Party. 

¿Qué conflictos obstaculizan la solución? Fuera de casos extremos como el de Grecia, probablemente sería posible encontrar un camino: dar estímulos fiscales a corto plazo para mantener el nivel de actividad, acompañados de señales claras de reformas fiscales a largo plazo para garantizar la solvencia del fisco. Esto último implica elegir quién paga los platos rotos. Por ejemplo: aumentar la edad de retiro o aumentar el impuesto a los ricos. Sin embargo, como los afectados resisten políticamente, las iniciativas de ajuste a largo plazo o bien no son aprobadas en el Congreso o bien no son creíbles cuando el Congreso las aprueba. Conclusión: los mercados reflejan la falta de credibilidad castigando el valor de bonos y acciones y agravando el problema de liquidez al contribuir a alimentar la incertidumbre.  El hecho de que no todos los países tengan igual limitación en el espacio fiscal tampoco ayuda: como ocurría en América Latina en los ochenta y noventa, los países acreedores quieren cobrar y consideran que el ajuste del deudor es un deber moral, más allá de si es factible macroeconómica o políticamente. El habitante promedio del país deudor, a su turno, se siente estafado por el sistema financiero y sus gobiernos, a quienes acusan de inmoralidad por “ver” sólo el interés de los acreedores. Lo cierto es que se necesitaban dos para bailar el tango de la burbuja financiera y, en vez de acordarse de la moral ex post, sería más efectivo negociar racionalmente las diferencias sobre cómo pagar de forma equitativa los platos rotos de las fiestas pasadas. Está resultando difícil porque se necesita mucha madurez política para sentarse a discutir cómo repartir pérdidas. Cuando la economía se mezcla de forma confusa con la ética, la mesa está servida para los populistas de izquierda y de derecha y los oportunistas de todos los colores, dispuestos a decir lo que el damnificado de turno quiere escuchar. América Latina tiene mucha experiencia en esto y poco para enseñar, lo que prueba lo difícil del asunto.     

 (3) Insolvencia  

La raíz profunda de los desequilibrios son los stocks de deuda impagables o de difícil recupero que mantienen deudores importantes, como las familias en Estados Unidos y varios gobiernos soberanos en Europa.  

¿Por qué es hoy una amenaza? Porque la caída de un deudor importante genera efectos de propagación a través de los bancos y por el efecto sobre los acreedores que perderán una parte relevante de su riqueza, con los subsecuentes efectos sobre la demanda agregada, la política y, por ende, la incertidumbre. Como nadie puede calcular cuáles serían las consecuencias del derrame, todo el mundo está bajo sospecha de insolvencia hasta que pruebe lo contrario. Y no se puede probar lo contrario sin saber hasta dónde llegaría el efecto derrrame…. El otro nombre de la incertidumbre en economía es: imposibilidad de calcular; imposibilidad de saber cuál es el valor de las cosas.

 ¿Qué se está haciendo? Para solucionar el desequilibrio de stocks, poco. Para acotar los efectos de derrame, algo. En particular: primero, los bancos centrales acaban de acordar  ayudarse para apoyar a los bancos con necesidades de liquidez en dólares. Los bancos europeos, incluyendo sobre todo a los franceses y también los alemanes, tienen exposición importante a la deuda soberana con problemas. Segundo, está operando el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera ayudando a Grecia y eventualmente a otros países. 

¿Qué conflictos obstaculizan la solución? Para solucionar el problema de stocks hay que “perdonar” una parte de la deuda de los países soberanos y de las familias y para ello, obviamente, hay que decidir quién pone la plata. Los alemanes, los finlandeses y quienes están en mejor situación estarían dispuestos probablemente a poner parte. Pero quieren garantías, como pidieron este mes los finlandeses a los griegos. Pedir garantías a un país soberano plantea dilemas políticos de difícil solución y esto paraliza al fondo europeo y acciones como emitir deuda garantizada por la eurozona. En Estados Unidos, los ricos no quieren más impuestos y menos para saldar las deudas de los hogares.

 (4) Desbalances globales.

Los desbalances globales que fueron una de las causas de la crisis siguen ahí. Hay países con déficit de cuenta corriente sistemático y poco sostenible. Aunque algún ajuste hubo, el camino que falta por andar es enorme 

¿Por qué es hoy una amenaza? La economía internacional no puede funcionar si hay países que se endeudan todo el tiempo y otros que prestan todo el tiempo como ocurre en esta década. Alguna vez, los deudores deberán generar superávit de cuenta corriente para repagar deuda y, en contrapartida, países como China –uno de los principales generadores de superávit y, por ende, tomadora de deuda– deberán aumentar su gasto y sus importaciones. China no está haciendo lo suficiente ni parece dispuesta a hacerlo. 

¿Qué se está haciendo? Poco y nada. Sería necesario rediseñar la arquitectura financiera internacional, se necesita mucho esfuerzo político y talento para hacerlo y el único foro que funcionó luego de Lehman dejó de hacerlo: el G20 está hoy prácticamente paralizado y no aparece otra instancia. Al G20 lo paralizó la guerra de monedas. China promete en su Plan Quinquenal aumentar el gasto. Pero en el plan a

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