Nuevas tecnologías, mercados informales y pobreza

2011

Los cultivos transgénicos (GM) se han expandido muy rápidamente en la última década. Al principio, dicha expansión se produjo fundamentalmente en la agricultura de gran escala, pero crecientemente incorpora a pequeños agricultores de los países en desarrollo. Los efectos potenciales de estas tecnologías en el sistema agrícola de los productores más pequeños son controvertidos. Sus defensores, incluyendo gobiernos, agencias de desarrollo y la industria de la biotecnología, afirman que los GM son una llave para mejorar la situación de vulnerabilidad de estos grupos históricamente desfavorecidos. Sus oponentes, en cambio, sostienen que estas tecnologías profundizan dicha situación.  

Desde nuestra perspectiva existe, al menos, un tercer diagnóstico posible: al igual que ocurre con otras tecnologías, el impacto positivo o negativo de los GM depende de los contextos institucionales, sociales y económicos específicos en los que se insertan. Es decir que no se trata únicamente del poder del artefacto en sí mismo, sino de la interacción entre la maquinaria tecnológica y el contexto en el que se utiliza. Esto es lo que determina cómo operan o funcionan las semillas GM, o cualquier otra tecnología, en la práctica. 

 

El caso de los pequeños productores de algodón en Chaco, Argentina, es un ejemplo del impacto de los GM en un sistema socio-técnico específico signado por fuertes inequidades al interior de la cadena y fallas en el funcionamiento de las reglas que coordinan el conjunto del sistema productivo algodonero, desde mucho antes de su llegada.  

 

El 90% del algodón que se produce en Chaco, la principal provincia productora de algodón del país, proviene de semillas transgénicas. Más aún, se sospecha que el 10% de semillas restantes contienen algún grado de contaminación transgénica. Sin embargo, más de la mitad de los algodoneros chaqueños, pequeños productores que cultivan en menos de 10 hectáreas, no están en condiciones de acceder a semillas GM de calidad, ni a su paquete completo de insumos y maquinaria asociado. Una consecuencia de ello es que la producción algodonera, concentrada en los grandes productores incluso antes de la llegada de los transgénicos, se desequilibra cada vez más en detrimento de la pequeña producción y la agricultura familiar. 

 

Este cambio socio-técnico desequilibrado es el resultado de un encuentro infructuoso entre una situación social de pobreza y vulnerabilidad con un cambio técnico radical, sin el acompañamiento de políticas públicas para atender las necesidades de los productores más desfavorecidos.  

 

Un estudio realizado en el año 2008 por el Proyecto Rethinking Regulations del Centro STEPS de la Universidad de Sussex (UK) (http://www.steps-centre.org/ourresearch/regulation.html) y la Fundación CENIT (Argentina) (http://www.fund-cenit.org.ar/), muestra que los pequeños productores de algodón del Chaco enfrentan diversos problemas relacionados con el cambio a cultivos GM.  

 

Entre los múltiples problemas que los afectan se destacan los siguientes:

  i)             Falta de acceso a semillas transgénicas certificadas. Actualmente, la propiedad de las variedades de algodón transgénico está en manos de una única empresa (Genética Mandiyú, un joint-venture entre Monsanto, Delta&Paine y la empresa nacional Ciagro)2.  Esta exclusividad encarece las semillas y dificulta el acceso de los productores con menor poder adquisitivo.

 ii)            Baja calidad de las semillas utilizadas. Los altos precios de venta de las semillas certificadas, se combinan con el predominio del mercado informal. Allí, en base a la evasión del pago de regalías y la ausencia de control estatal, se adquieren semillas más baratas. Si bien la existencia del circuito informal permite el acceso a estas tecnologías a los grupos con menor poder adquisitivo, la calidad de las semillas que se comercializan allí es baja ya que carecen, en su mayoría, de pureza varietal y poder germinativo adecuado lo cual determina, a su vez, la calidad y cantidad de fibra obtenida.

iii)           Falta de opciones tecnológicas y de sistemas productivos alternativos. El mercado actual no ofrece alternativas a los GM. Esto limita las posibilidades de elección de insumos, tecnologías diferentes y formas de producción alternativas que puedan adaptarse mejor a las necesidades de distintos grupos de productores (por ejemplo, semillas convencionales o sistemas de cultivo agroecológicos). 

 

La situación descripta pareciera dejar lugar para un solo vaticinio: los cultivos GM representan un callejón sin salida para los pequeños algodoneros chaqueños. Sin embargo, ¿es esta la única realidad posible? ¿O es factible pensar cambios que mejoren las condiciones de producción y de vida de los productores más pequeños y vulnerables del Chaco argentino? 

 

A propósito de estos interrogantes, en una segunda etapa del proyecto Rethinking Regulations se diseñaron cuatro escenarios, que buscan potencialmente contribuir a aliviar alguno o una combinación de los problemas resaltados, y se los sometió a la evaluación de expertos, funcionarios y actores relevantes de la cadena del algodón. Los criterios para la evaluación de los escenarios se centraron en sus potenciales ventajas para los pequeños productores, y en la factibilidad y deseabilidad de cada situación propuesta. Para ello, todos los escenarios incorporaron alguna característica beneficiosa para los pequeños productores. El objetivo fue reflexionar sobre la viabilidad de realidades alternativas a la que existe hoy en día.  

 

La metodología utilizada para la consulta fue la aplicación de un formulario que incluyó una descripción de los cuatro escenarios y un conjunto de preguntas para evaluar cada uno de ellos. Si bien la consulta fue enviada a unos 60 actores, el índice de respuestas fue bajo, debido quizás a su excesiva longitud. De todas maneras, las respuestas recibidas resultaron representativas de actores con intereses y roles diversos, y los contenidos muy reveladores a los fines del proyecto 3.  

 

Algunas de opiniones recogidas fueron las siguientes:

 •             Las limitaciones de acceso a semillas transgénicas y su paquete tecnológico asociado por parte de los productores de algodón de menor tamaño no se solucionarían, simple y directamente, con el fin del monopolio y la promoción de un mercado competitivo sobre la propiedad y el comercio de las semillas transgénicas.

 •             Según las opiniones de los expertos, las limitaciones en el acceso obedecen, más que nada, a un problema estructural de vulnerabilidad socioeconómica de los productores, dentro del cual una limitación central es la falta de financiamiento para costear insumos productivos.

•             Para muchos consultados, el Estado tiene un rol central en la mejora del acceso a las tecnologías por parte de los productores más desfavorecidos.

•             Para solucionar el problema del comercio informal y la proliferación de semillas de baja calidad asociada a éste, el fin del monopolio y la promoción de un mercado competitivo sobre la propiedad y el comercio de semillas transgénicas tampoco parecerían ser una solución en sí mismos.

 •             Los expertos sugirieron que el origen de la informalidad radica, más que nada, en una cultura de la evasión y en la falta de controles estatales sobre la propiedad y el comercio de semillas. Por ello, también aquí se consideró que el Estado tiene un rol central, si logra mejorar los controles, para contribuir a reducir la informalidad y mejorar la calidad de los insumos tecnológicos que se utilizan.

•             La creación de nuevas variedades de semillas convencionales con cualidades competitivas frente a las transgénicas (por ejemplo, resistencia a la plaga del picudo algodonero) y la producción orgánica, podrían ser, en determinadas circunstancias y no sin reparos de parte de algunos expertos, una alternativa productiva para los algodoneros más pequeños.  

 

Aunque con variaciones y controversias, algunas medidas y caminos políticos sugeridos por los consultados fueron los siguientes:

-              políticas de acceso al crédito para minifundistas y pequeños productores;

-              incorporación de precios diferenciales para pequeños productores (por ejemplo, exención del pago de regalías);

-              intervención del Estado como proveedor de semillas transgénicas certificadas (no de “bolsa blanca” que es lo que distribuye actualmente);

-              controles eficientes del Estado sobre el mercado informal de semillas GM;

-              desarrollo de nuevas variedades, transgénicas y convencionales, desde instituciones públicas (por ejemplo el INTA), que democraticen el acceso a las tecnologías entre los más pequeños. 

 

Los escenarios construidos y las opiniones y evaluaciones recogidas sobre cada escenario propuesto, son sólo algunas entre las múltiples opciones que pueden existir. Todas ellas conllevan ventajas, desventajas, riesgos y costos asociados. Como suele suceder, las posibilidades concretas de que alguna de las alternativas propuestas se lleve a la práctica dependerán del poder relativo que ostenten los distintos actores e intereses puestos en juego en cada situación o escenario.

 

Resta pensar y debatir cómo llevar a la práctica estas ideas. Para ello se ha puesto en marcha un nuevo proyecto de investigación-acción “Mejorando los beneficios socio-económicos de la producción con algodón GM en Chaco”, financiado por IDRC, que busca continuar la construcción de caminos alternativos con la participación directa de los productores de algodón chaqueños.

 

Notas

1 Centro REDES, centro CENIT y SPU, University of Sussex, respectivamente.

2Hasta la firma del Acuerdo marco “desarrollo sustentable del cultivo de algodón”, Genética Mandiyú también era la única formalmente autorizada a multiplicar y comercializar estas semillas. Con la firma de dicho acuerdo se extendió la autorización para multiplicar y comercializar las semillas de algodón GM en el territorio nacional a otros actores (cooperativas, empresas privadas, algunos gobiernos provinciales) bajo la supervisión de Genética Mandiyú.

3Provinieron de representantes de las empresas semilleras, el INTA, y el sector universitario. 

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