La crisis financiera internacional que se desató tras la caída de Lehman Brothers marcó un antes y un después en la economía global. La turbulencia fue de tal magnitud que apartó a la economía mundial del sendero de alto crecimiento que venía transitando para colocarla de manera abrupta en un sendero cuyas características distintivas son el bajo crecimiento y la incertidumbre monetaria y financiera. América Latina y el Caribe no fue ajena al debacle, aunque el rasgo más novedoso fue positivo: a diferencia de otros episodios de inestabilidad global, esta vez la región no sufrió un colapso productivo. Sin embargo, una mirada más detallada muestra desempeños más heterogéneos, que, como veremos en las partes 2 y 3, se relacionan con el tipo de inserción internacional y la vulnerabilidad macroeconómica de cada país antes de la crisis.
Una forma de evaluar los impactos y el alcance de la crisis de 2008-9 es utilizar como patrón de comparación otros eventos con características similares ocurridos en la región en el pasado. En el caso de América Latina y el Caribe (ALC) tiene sentido ya que se trata de una región que, por un lado, ha mostrado históricamente una dinámica macroeconómica muy sensible a las perturbaciones de origen externo y, por otro, ha recibido shocks globales de magnitud en las últimas décadas (v. Izquierdo et al., 2008). Así, podemos utilizar como patrón de comparación los episodios de inestabilidad regional relacionados con la crisis de la deuda de 1982 y con las crisis en los emergentes de los noventa (cuyos momentos clave son la crisis asiática en 1997 y rusa en 1998). Como se observa en el gráfico 1, el desempeño macroeconómico comparativo de la región fue muy bueno en el episodio actual en relación a los del pasado: no sólo el impacto es menor; también la recuperación es distinta, más rápida en esta ocasión.
Gráfico 1 Evolución del PBI real de América Latina y el Caribe en tres eventos de turbulencia global
Fuente: Albrieu y Fanelli (2010)
Este cuadro general, no obstante, oculta ciertas heterogeneidades importantes que resultan evidentes cuando se desagrega por subregiones. En Albrieu y Fanelli (2010), tratamos de captar las divergencias presentes en ALC dividiendo a la región en dos grandes grupos o subregiones: los países de América del Sur (LAS), ricos en recursos naturales, y el resto (LAN), cuya inserción es más dependiente de factores como las remesas y la maquila.
El contraste entre ambas regiones es evidente. En los países del grupo LAS, ricos en recursos naturales, la recuperación post-crisis es más rápida y más robusta que en el caso de los países LAN, más ligados a la evolución del nivel de actividad y el empleo en Estados Unidos, vía exportaciones industriales y remesas (ver panel 1). Si bien los dos grupos se están comportando mucho mejor que en el período de inestabilidad de los ochenta, no ocurre lo mismo cuando se usan los noventa como patrón. En el caso del grupo LAN los desequilibrios en Estados Unidos han inducido impulsos recesivos de mayor magnitud que los asociados con la inestabilidad de los noventa; de hecho, el grupo LAN mostraba una capacidad de recuperación importante en esos años. Esto último contrasta marcadamente con la evolución de las cuatro economías grandes de la subregión LAS (Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela); el producto colapsó un 5% en promedio como consecuencia de la inestabilidad emergente de fines del siglo y a esos países les llevo tres años recuperar los niveles de actividad previos.
Panel 2 Evolución del PBI real de América Latina del Sur y América Latina del Norte en tres eventos de turbulencia global
(a) LAS