En este documento de trabajo, Lustemberg explora la relación que existe entre la etapa del desarrollo humano desde el nacimiento hasta los ocho años de vida, -etapa fundamental en la formación del individuo- y lo que será el desarrollo del capital humano de los países.
Existe consenso científico respecto a que las etapas iniciales de la vida son claves para sentar las bases de todo el desarrollo posterior de las personas. Esto conlleva a priorizar políticas y acciones dirigidas a la primera infancia, ya que además de ser un tema ético y de derechos, reflejan en buena medida los resultados que se puedan alcanzar en materia de políticas sociales.
La autora destaca que Uruguay tiene políticas de infancia de larga data, como el Plan CAIF con veinticinco años de existencia, no obstante es en el Plan de Equidad del año 2008, en donde comienza a gestarse una visión de sistema integrado para la protección a la infancia y destaca una serie de avances. Por ejemplo, hay un aumento en la cobertura y en el monto de las Asignaciones Familiares, y un aumento paulatino en la cobertura de la educación inicial.
Sin embargo, pese a haberse logrado disminuir la pobreza, esta sigue afectando selectivamente a las familias con niños de menos de seis años. El 24,5% de los niños menores de seis años viven en familias por debajo de la línea de la pobreza (InE 2012). Entre lo urgente, la autora destaca cifras importantes para considerar, entre ellas
+ Una de cada cinco viviendas tiene riesgo de derrumbe y tres de cada diez se inundan cuando llueve.
+ Uno de cada cuatro hogares no posee baño en la vivienda.
+ Ocho de cada diez hogares no poseen saneamiento.
+ Un grupo importante de hogares no tiene acceso a OSE o a UTE y otros acceden pero de manera no regularizada.
+ Seis de cada diez niños comparten la cama o colchón con otro integrante del hogar.
Entre los principales desafíos del país en la materia, la autora enfatiza la construcción de un Sistema de Protección Integral a la Primera Infancia que asegure y garantice el adecuado desarrollo de todos los niños y niñas de país desde la gestación y hasta los tres años de vida.
Un segundo desafío sería mejorar calidad de las actuales prestaciones y a la vez aumentar la cobertura en varios servicios clave en el desarrollo infantil. Por último, brindar atención particular sectores de la población que aún presentan fuertes situaciones de vulnerabilidad socioeconómica.
La autora sostiene que "más allá de la necesidad de políticas públicas que protejan a todos los ciudadanos de la pobreza y apoyen a los más vulnerables en su desarrollo en todas las etapas de la vida, el desarrollo económico y social de un país está directamente relacionado a cómo se apoye a los niños y niñas en sus etapas tempranas". Una conclusión es que la atención a la primera infancia ya no es una tarea exclusiva de las familias y en particular de la mujer. La atención de la infancia requiere de responsabilidades de ambos géneros, del Estado y de los actores productivos.
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