Entrevista a Ramiro Albrieu en el programa de radio ‘Partida Doble’. Buenos Aires (23/05/2017)

2017
Desde los 90 a esta parte la industria minera ha tenido un desarrollo considerable y aún se estima que tenemos por delante un período de entre 35 y 40 años de uso de combustible fósil. El aumento en la temperatura global asociado al uso de estos combustibles y sus derivados se reconoce hoy como uno de los principales pasivos ambientales que heredarán las próximas generaciones. Pero los desafíos de los países de América Latina van más allá del cambio climático. La región es carbono-dependiente y los efectos del cambio climático serán de magnitud. Pero además de la acumulación de pasivos ambientales, a Latinoamérica hay que sumarle la descapitalización: en su rol de proveedores de materias primas al proceso productivo global, los países de la región están utilizando en forma intensiva su capital natural. Y, al menos en el caso de los minerales y los hidrocarburos, los recursos que se extraen hoy no estarán disponibles para las generaciones futuras. 

Hay países, como Noruega, que lograron el desarrollo sostenible explotando pozos de petróleo, pero este no es el caso de los países de la región. El reporte se pregunta entonces qué están  obteniendo a cambio los países de la región y qué le están dejando a las generaciones futuras. El Reporte de la Serie Recursos Naturales y Desarrollo 2016-2017 de la Red Sudamericana de Economía Aplicada estudia si estos recursos, que pueden ser utilizados solo una vez, están siendo empleados para promover el desarrollo sostenible. 

—¿Cómo es el panorama de América Latina con relación al uso de estos recursos no renovables? ¿Dónde están las oportunidades y dónde los desafíos para usarlos de una manera que apunte al Desarrollo Sustentable? 
La primera imagen que surge si uno pudiese hacer una generalización y homogeneizar casos bastante disímiles es que hay una sensación de pérdida de oportunidad. En el caso de extractivas, aunque vale también para el caso del agro, parecería que uno puede aprovechar contextos, coyunturas críticas, ventanas de oportunidad para cambiar la estructura, pero que si se cierra la ventana se pierden. Es la idea de que hay períodos de rentas muy por encima de lo normal pero que no van a durar. Pueden responder a cambios tecnológicos pero generalmente son los precios y duran poco tiempo. En ese lapso hay que correr la frontera, pero sabiendo que no hay ninguna mina que sea sostenible, porque si la usás hoy mañana no está. Entonces en el período de explotación se necesita cambiar una mina que no es sostenible por desarrollo sostenible. Esa idea de oportunidades en un período corto de tiempo vale para nuestro modelo de desarrollo. Cuando uno mira lo que pasó en este último tiempo la primera visión general es que hay más en el debe que en el haber. 

—¿Esto es porque en general América Latina usó intensamente los recursos naturales durante la época de precios altos que terminó hace 2 o 3 años pero no se ocupó de construir otro capital que reemplazara al capital natural?

—Uno podría plantear los desafíos en 2 preguntas: una es sobre la dinámica del capital natural específicamente, ¿cómo se está explotando estos recursos?, y la otra es si se está compensando esa pérdida de capital, si es un recurso no renovable, con otras formas de capital.
En la administración del propio recurso hay desafíos y hubo una agenda incompleta, pero también la hay en la segunda parte, es decir, cómo transformaste esa descapitalización natural en otra forma de capital. 
Cuando uno mira el primer caso en la forma de contratación, en la forma de extracción, en la caída del activo natural, América Latina está muy rezagada en relación a lo que se hace en otros países mineros en el mundo. Por ejemplo en cuanto a evaluación de impacto de los proyectos, o en transparencia de la contratación. 
Quizá en el caso de Perú hubo una inclinación hacia una mayor transparencia, pero incluso en ese caso la opinión pública tampoco tomó mucho esa nueva información que estaba llegando. Cuando uno mira el tipo de contratación, tipo de extracción, generación de renta, aún sigue siendo un mundo muy opaco, no hubo mucha ganancia en la forma en que se explotaba el recurso natural. 

—Las rentas son justamente una característica muy distintiva de estas industrias. Para citar un ejemplo, un auto tiene un valor de mercado, un costo identificable y luego tiene una diferencia si ocupa un mercado más sofisticado. Ahora, en estas industrias hay un margen de discrecionalidad muy alto. Son explotaciones que se dan a lo largo de décadas con precios inciertos, con riesgos de extracción muy altos.

—Aún en el caso de que tengas las mejores condiciones, hay una gran incertidumbre del negocio en sí. Pero esta opacidad de la que hablábamos es previa a esa incertidumbre. En muchos países los recursos son manejados por gobiernos nacionales que no tienen que rendirle cuentas a nadie. En la Argentina pueden existir contratos blindados directamente, donde se desconocen las contraprestaciones y demás. Cuando uno mira el caso de países que fueron más exitosos en la explotación de esos recursos hay mucho para hacer. Ahí de nuevo, no es la discusión de “quiero ser Australia” o “quiero ser Nueva Zelanda”, es aprender de las políticas específicas para casos específicos, por ejemplo para el manejo de extractivas. Ahí nosotros todavía no tuvimos mucho aprovechamiento del momento. 

—También pensando en las generaciones futuras siempre se cita el caso de Noruega: si las rentas son temporales, ¿qué tal si las ahorramos aunque sea una parte? Pero esto a la vez choca con otras  prioridades en los países  de nuestra región. ¿Cómo se debería manejar ese dilema?

—Ahí la regla tiene que partir de cuáles son los objetivos de tu caso particular, no puede partir de un modelo de afuera, te puede servir en parte, pero acá se necesita capital humano. Lo que es interesante y que pasó durante el período de bonanza es que los gobiernos pudieron apropiarse de buena parte de la renta que no tenían hasta ese momento, ampliaron sus espaldas, tuvieron una expansión en el gasto en capital humano pero aun así no lograron el correlato en la calidad. A las generaciones futuras les estoy sacando el capital natural y les estoy dando otro tipo de capital, pero la calidad de ese capital es muy mala. Ahora estás en una trampa, porque ya usaste ese “tiro”, ya pasó la bonanza, ya aumentaste la presión impositiva, ya estás gastando más … pero no lograste mejorar.
Por ejemplo, aumentaste la participación, aumentaste los años promedio de educación y no mejoraste la calidad educativa. 
Es muy difícil ahora revertir eso. Este es uno de los principales problemas a nivel de cambios en la riqueza total, ¿qué le estás dejando a las generaciones futuras? Si se mira la tasa de inversión de Venezuela es altísima, pero ¿cuál es la calidad? ¿se va a poder sacar renta de ese capital en 20 años? 

—Y lo mismo vale para la infraestructura. En los años 2000 América Latina gastó muy poco en infraestructura. Evidentemente se tiende a gastar en el presente y no en el futuro. 
¿Es posible prepararnos para un escenario todavía más desafiante donde se reduzca de manera sustantiva el uso de estos recursos no renovables por el avance de la humanidad hacia tecnologías limpias, otras formas de producción de energía, y reciclaje eficiente? ¿Qué hace una región que depende aún de esto pero donde quizá en 30 años esto puede ser una realidad?

—Hay mucha incertidumbre sobre el futuro de las matrices energéticas a nivel global. Cuando se ven los modelos de cambio climático y otros la parte que no sabemos es gigante. ¿Qué pasaría si la temperatura va más allá de 1,5°? Es decir, no sabemos en qué momento nos veremos forzados a cambiar la matriz energética global. Está claro que se puede pensar que hay que hacer una transición de no ser tan dependiente de los recursos para vivir en el mundo y algunas estrategias en unas décadas. Si se tiene tiempo todavía se puede pensar cómo usar esos recursos inteligentemente. En un punto en el futuro lo que valen son las ideas. La automatización ya dijo que todos los bienes más mecanizados y las máquinas son cada vez más baratas. En un punto tenemos que apostar a la producción de ideas.
 
Ver informe: www.desarrolloyrecursos.org/investigacion

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