El Mercosur ante la Crisis

2009

¿Demostró la crisis internacional que el Mercosur debe ser mucho más que un acuerdo de comercio? Por un lado, desde el punto de vista comercial un acuerdo amplio podría haber significado que los efectos contractivos se dispersaran mucho más amplia y rápidamente. En caso de haber existido una mayor integración financiera, mientras tanto, es probable que los problemas de contagio hubieran sido también más graves.

Para mitigar las potenciales dificultades de propagación de problemas y gozar al mismo tiempo de los beneficios de la integración, por tanto, es crucial que el acuerdo procure llevar a cabo políticas macroeconómicas que no solo sean consistentes para cada país, sino que permitan elaborar estrategias conjuntas a la hora de enfrentar una crisis que les es común.

Las políticas comunes generan beneficios indirectos para el propio Mercado Común, debido a que si las crisis se evitan o se minimiza sus impactos a tiempo, entonces se reduce la necesidad de implementar medidas de protección a nivel sectorial, atenuando la conflictividad presente y futura en la región y pavimentando el camino para una integración mayor y más creíble.

Enfrentar una crisis como la actual mediante una política macro-regional común supone economías de escala tanto estáticas como dinámicas. La política anticíclica común para afrontar una crisis requiere menores esfuerzos de financiamiento, porque los efectos multiplicadores del comercio exterior son más en general más rápidos. Además, los costos de financiamiento pueden ser menores, porque los socios con menor calificación y mayores costos financieros se benefician, tal como ocurrió en la Unión Europea, de la mejor reputación del resto.

Pero la ventaja decisiva de una política anticrisis conjunta es dinámica. La menor incertidumbre derivada de la seguridad de que una crisis será atacada con herramientas comunes en cada ocasión contribuye a generar lazos comerciales duraderos, que incentivan una mayor eficiencia. Otra ganancia dinámica es que la respuesta común también reduce los incentivos a que cada país “espere” los derrames de la política expansiva del vecino antes de aplicar la propia.

Pese a los beneficios potenciales, el MERCOSUR ha progresado poco en este sentido. Una razón de fuerza es que la gran mayoría de las crisis que enfrentó la región provinieron de shocks idiosincrásicos cuya propiedad fundamental es su rápido contagio hacia los vecinos. Esta es una diferencia fundamental con la Unión Europea, donde los shocks suelen ser comunes, de modo que todos los países ven beneficios en aplicar políticas integradas para salir de la crisis. MERCOSUR no ha enfrentado. El hallazgo corresponde a Fanelli y Gonzalez Rozada (2006), y sus implicancias se discuten en un trabajo reciente de Fanelli y Albrieu (2009), realizado para el Grupo de Monitoreo Macroeconómico del MERCOSUR en el marco del Proyecto de Cooperación Técnica y Financiera de la Comisión Europea con el MERCOSUR.

Aún cuando los países estuvieran plenamente de acuerdo con los provechos de tales políticas, debe tenerse en cuenta que la coordinación exige no solo tiempo y esfuerzo, sino una historia macroeconómica de cada país que estimule a avanzar en esta dirección. En este sentido, el trabajo de Fanelli y Albrieu documenta que la evolución macroeconómica de los países de la región presenta una notoria volatilidad cambiaria y una clara falta de convergencia de las variables macroeconómicas principales. Si bien estas propiedades suponen un magro incentivo para encarar una política común anticrisis, la investigación destaca también que la región se fortalece cuando los países ingresan en un ciclo expansivo. Concretamente, el comercio regional está liderado más por la actividad económica de los socios que por las políticas cambiarias frente al dólar particulares. Y este debería ser un incentivo claro a adoptar políticas que sostengan el crecimiento por encima de las consideraciones de competitividad. Esto no significa que las políticas de competitividad no sean relevantes, sino simplemente que debe evitarse el juego de las devaluaciones sucesivas para “perjudicar al vecino”.

Lo que no se puede decir es que hoy los países de la región no tengan la posibilidad en términos de recursos de encarar una política común ante la crisis. En los últimos años los países del MERCOSUR acumularon cuantiosas reservas internacionales, pero la región no logró coordinar una política anticíclica común con ellas. Los esfuerzos por reducir la dependencia de divisas de la región, han tenido escasa repercusión cuantitativa en el comercio. De todos modos, si bien los efectos financieros de la crisis se sintieron bajo la forma de salida de capitales, los sistemas financieros de la región enfrentaron el desafío más que bien. Argentina eludió el fantasma de la corrida bancaria y cambiaria, y Brasil, que sufrió algo más al principio, ya exhibe una marcada recuperación del financiamiento.

Pero no debemos confiarnos. Como indicamos, el MERCOSUR ha sido marcado por una historia de inestabilidad macroeconómica de algunos de sus socios que hace vulnerable a toda la región. Esta es una limitación estructural que, junto a las visibles asimetrías existentes, requiere políticas sostenidas para contrarrestar. Al mismo tiempo, hay que trabajar sobre políticas comunes para atender la crisis actual. Una política que cubre ambos aspectos, mencionada en el trabajo de Fanelli y Albrieu, es la construcción de una infraestructura física para el MERCOSUR, que puede aportar los grandes proyectos de inversión necesarios para sostener la demanda y atender a los problemas estructurales.

Desde el punto de vista financiero, estos proyectos también contribuirían a aumentar la oferta de papeles negociables, a través de la emisión de bonos con ese fin específico. Para ello, es fundamental avanzar en el diseño de mecanismos de financiamiento vía bancos de desarrollo. La experiencia del Banco Nacional de Desarrollo de Brasil debería ser internalizada y aprovechada en el bloque.

Referencias

Fanelli, J. y R. Albrieu (2009), “Coordinación de políticas en un contexto de crisis”. Primer informe del contrato “EF-2008 diálogo” perteneciente al proyecto CE-MERCOSUR de Apoyo al Monitoreo Macroeconómico (mimeo).

Fanelli, J. M. y M. González Rozada (2006),“Business Cycles and Macroeconomic Policy Coordination in Mercosur”. En Lorenzo, F. (ed.), Fundamentos para la cooperación macroeconómica en el MERCOSUR. Siglo XXI.

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