El año 2010 no fue malo para la economía mundial: activas políticas macroeconómicas domésticas y una fuerte coordinación internacional evitaron que la crisis de las hipotecas subprime se transforme en una crisis global de la las dimensiones de la Gran Depresión. El PBI mundial se expandió un 5% a lo largo del año, luego de haberse contraído un 0.6% en 2009. Sin duda, el regreso al sendero del crecimiento es una buena noticia. Sin embargo, la imagen que se vislumbra del futuro cercano tiene algunas zonas de oscuridad que suman incertidumbre a las perspectivas del año que comienza. De hecho, muchos son los frentes que la economía mundial deberá atacar en el corto y mediano plazo.
La economía mostró una expansión significativa de la demanda agregada en la última parte del año y todo hace pensar que ese impulso se prolongará este año. Se trata, sin duda, de un dato muy positivo. Pero para evaluar su significación es necesario también tomar en cuenta que en el último trimestre esa expansión fue acompañada de una serie de desequilibrios, desde la inflación hasta la congestión en el uso de la infraestructura y problemas en el suministro de energía. Asimismo, se observaron numerosos conflictos distributivos, siendo la expresión más saliente la toma de terrenos de propiedad tanto pública como privada.
The stability of the international monetary and financial system is a global public good and, as is well known, the provision of public goods gives rise to collective-action problems: countries may be tempted to free ride on each others’ efforts to preserve international stability. One of the most challenging manifestations of the collective-action problems that the global community is currently facing is the threat of currency wars. If key global players were to manipulate the exchange rate seeking to steal each other’s aggregate demand and net exports, the economic outcome would undoubtedly be suboptimal from the point of view of the global system, as past experiences with beggar-thy-neighbor policies have indicated.
Los cultivos transgénicos (GM) se han expandido muy rápidamente en la última década. Al principio, dicha expansión se produjo fundamentalmente en la agricultura de gran escala, pero crecientemente incorpora a pequeños agricultores de los países en desarrollo. Los efectos potenciales de estas tecnologías en el sistema agrícola de los productores más pequeños son controvertidos. Sus defensores, incluyendo gobiernos, agencias de desarrollo y la industria de la biotecnología, afirman que los GM son una llave para mejorar la situación de vulnerabilidad de estos grupos históricamente desfavorecidos. Sus oponentes, en cambio, sostienen que estas tecnologías profundizan dicha situación.
Este Policy Brief presenta y discute dudas y desafíos de política bajo el prisma de la integración sudamericana, enfocándose en los esfuerzos e iniciativas para la cooperación financiera regional.
El informe Eficiencia en el uso de los recursos en América Latina: Perspectivas e implicancias económicas, elaborado por PNUMA y la Red Mercosur de Investigaciones Económicas destaca que el uso eficiente de los recursos permite ahorros evidentes, un aumento de la competitividad y genera beneficios económicos no sólo sectores productivos sino a la sociedad en su conjunto.
La región creció integrándose a las cadenas de valor gracias a la IED, generando dependencia excesiva de algunos mercados y fundamentalmente de commodities. Frente a la fuerte competencia de los países asiáticos, el crecimiento de la región depende de diseñar estrategias para incorporar cada vez más valor a la producción.
Se evalúan las políticas de promoción de exportaciones y de IED de China y su desempeño en relación con las economías latinoamericanas. Se analiza especialmente la competencia de China con la región en terceros mercados y la competencia por la captación de IED.
La crisis y sus consecuencias son síntomas del agotamiento de un patrón de regulación de las relaciones financieras, domésticas e internacionales y generan cuestionamientos. Argentina y Brasil deberían actuar en nombre de los intereses sudamericanos.
En el contexto macroeconómico favorable por el que pasa el Mercosur, la situación fiscal ha dejado de estar comprometida. La sostenibilidad fiscal alcanzada ha permitido ampliar el espacio fiscal potencial para el crecimiento.