La balanza comercial brasileña registró un superávit de USD2,9 mil millones en Julio, con una reducción de 12,1% en relación al mismo mes de 2008. En el año el saldo es positivo en USD 16,9 mil millones.
Las economías del mundo desarrollado siguen produciendo indicios de que estarían encontrando un piso algo más firme a partir del cual comenzar una recuperación. Entre esos indicios sobresale el hecho que, algo inesperadamente, Francia y Alemania mostraron cifras positivas de crecimiento mientras que Estados Unidos estaría dando la vuelta hacia el cuarto trimestre de este año.
La crisis internacional desató temores y alarmas en muchos países del mundo, pero tuvo más efectos sobre algunos que sobre otros. Estados Unidos, como país originante, sufrió. Pero otros países desarrollados, como el caso de Europa o Japón, padecieron igual o más. En América Latina en general, y en Argentina en particular, la crisis se hizo sentir, lo que hizo desechar rápidamente la hipótesis del “desacople”.
a) Las exportaciones imperceptibles
Probablemente muchos se sorprenderían de saber que en el último año la Argentina exportó el doble de servicios que de cereales, o que las ventas al exterior de servicios empresariales son un 50% más altas que las exportaciones de carnes y sus preparados, o que en 2008 las exportaciones de servicios fueron la mitad de todas las ventas externas de manufacturas de origen agropecuario, el principal rubro de exportación del país. Sin embargo, esto está sucediendo.
La crisis que hoy en día afecta la economía mundial ha sido frecuentemente comparada con la crisis que se desató en la década de 1930, no solo por su profundidad y alcance, sino también por la posible reacción proteccionista de los países ante la misma, que restringiría el comercio y demoraría la salida a la crisis.
En la segunda mitad del año 2008 se desató la que, según varios influyentes economistas, sería la peor crisis económica en 60 años, con efectos adversos no solo en los mercados financieros y monetarios de los países industriales sino también sobre el crecimiento económico de los mismos.
Las turbulencias que se sucedieron en los mercados financieros globales casi automáticamente originaron restricciones financieras que limitaron el flujo de capitales hacia América Latina. Esta situación había hecho renacer nuevamente el temor al advenimiento de una crisis bancaria en cada país de la región debido a un efecto de contagio, donde Paraguay no sería la excepción.
Como era de esperarse Uruguay no pudo mantenerse aislado de los efectos de la crisis internacional, lo que se manifestó en la importante caída que sufrió el nivel de actividad en el primer trimestre del año, que siguió a la notoria desaceleración del cuarto trimestre del año pasado. Según las cifras publicadas por el BCU, el PBI habría caído 2,9% en términos desestacionalizados respecto del cuarto trimestre de 2008. Utilizando una metodología de desestacionalización diferente a la del BCU, las estimaciones de cinve indican una caída menos pronunciada (de 1,9%), aunque de cualquier forma muy importante. En el capítulo 3 se analiza con mayor detalle las diferencias metodológicas consideradas para la extracción de componentes estacionales, su implicancia para la extracción de señales y para el diagnóstico de actividad.
Impasse puede definirse como una situación de negociación a la cual no se le encuentra salida y se encuentra en punto muerto. Si se repasa lo ocurrido durante el período de algo más de un mes transcurrido desde las elecciones del 28 de junio este término parece el correcto para caracterizar la situación actual de la economía Argentina. Luego de que el resultado electoral transformara el equilibrio de poder de manera sustancial, cabía esperar negociaciones intensas en varios frentes para adaptar las políticas y formas de ejercicio del poder vigentes a la nueva realidad política. Dos frentes clave en este sentido eran el económico y el político. En ninguno de los dos hubo avances. Aunque el gobierno parece muy activo, lo cierto es que no se llega a vislumbrar cuál es el sentido de esa actividad.
I. EL COMERCIO DE SERVICIOS Y SU LIBERALIZACION
1. El comercio de servicios
El comercio internacional de servicios se ha constituido en uno de los temas nuevos de mayor preponderancia. A partir de los ´90 las negociaciones del comercio de servicios involucran a la OMC, a las negociaciones del MERCOSUR, y a eventuales negociaciones futuras, por ejemplo, MERCOSUR-Unión Europea.
Existen básicamente cuatro tipos de transacciones de servicios: i) el individuo de A consume en el país A un servicio producido en el país B sin que el productor B se desplace (similar al comercio de bienes) ; ii) el individuo de A viaja al país B y consume servicios (turismo, educación, atención médica); iii) el individuo de B se establece para proveer servicios en el país A (Inversión Extranjera Directa); iv) el individuo de B viaja al país A para asesorar en determinadas actividades.
Desde 2004 un conjunto de países emergentes se sumó a la Unión Europea. Como condición para la integración, los nuevos miembros debieron implementar profundas reformas asociadas a la corrección de desequilibrios macroeconómicos, la liberalización y la apertura. El acquis communaitaire adoptado por los nuevos miembros se sostiene en cuatro pilares: el criterio de Maastricht sobre convergencia, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) para la coordinación de la política fiscal, la Agenda de Lisboa para las reformas estructurales y el Plan de Acción de Servicios Financieros (PASF) -y asociados- para la cuestión financiera. Luego de cinco años de continua integración, la Europa emergente aparece como la más afectada por la crisis actual. Crisis bancarias generalizadas, dudas sobre la sostenibilidad de la deuda pública y la necesidad de un fuerte ajuste para cerrar la brecha externa operan como un fuerte contrapeso a la hora de evaluar el éxito de la estrategia de integración.