La balanza comercial brasileña registró en Mayo un superávit de U$S 2,65 mil millones, con una reducción del 34.9% en relación al saldo registrado en el mismo mes del año anterior.
Las exportaciones sumaron U$S 12 mil millones en el mes, con una contracción del 37,9% en comparación con Mayo de 2008, el peor desempeño en más de 20 años. En el año, la caída acumulada es del 23%.
Funcex revisó hacia abajo sus proyecciones para las exportaciones e importaciones en 2009. Las primeras deberían cerrar el 2009 en U$S 163 mil millones, con una caída de 17,6%, y las segundas sumarían U$S 137 mil millones, con una caída del 20,9%. Así, el saldo comercial alcanzaría U$S 26 mil millones.
Nuevos fundamentals para el desarrollo y la explotación de los recursos naturales renovables. Tradicionalmente las actividades relacionadas con el uso de la tierra fueron sinónimo de producciones poco dinámicas. Tanto en lo tecnológico como en lo productivo su evolución fue asociada preponderantemente a los vaivenes climáticos. A su vez, producción agropecuaria y alimentos eran casi sinónimos y compartían el calificativo de “lo primario”; ocupaban parte relevante de los denominados recursos naturales y se diferenciaban de otros -como minerales y combustibles- sólo por sus posibilidades de renovación. En los últimos 30 años este panorama comenzó a cambiar de forma sustantiva en un proceso aún en curso y en el cual se inscribe la denominada crisis financiera actual. A diferencia de otras actividades también sujetas a modificaciones estructurales, en esta actividad se prevé que “lo mejor está por ocurrir”. De allí la necesidad de examinar la actual crisis desde una doble perspectiva: i) los cambios estructurales en curso y ii) los movimientos de corto plazo asociados con la crisis financiera. El epicentro de este artículo -cercano al ensayo- sugiere que la resolución del contexto global sentará las bases para posicionarse en el nuevo escenario tecno-productivo de los recursos naturales renovables industrializados (agro-pecuario, pesca y otros).
Los llamados “brotes verdes” de recuperación económica que se observaron a principio de junio parecen ser más débiles de lo inicialmente esperado. Martin Wolf resalta que, si nos guiamos por la experiencia de la crisis de los 30, todavía parece quedar camino por desandar antes de la recuperación. En particular, Wolf opina que las dos fuerzas en pugna son (i) los estímulos sin precedentes de los gobiernos de los países desarrollados y (ii) el esfuerzo del sector privado por reparar sus hojas de balance para asegurar su sostenibilidad.
La crisis internacional se está transmitiendo hacia América Latina a través de canales tanto financieros como comerciales. Una idea respecto del tamaño de los shocks que está recibiendo la región la da el impacto sobre el grupo LAC-4 (Argentina, Brasil, Chile y México). Este grupo, que representa cerca del 80% del PBI regional, está sufriendo simultáneamente un sudden stop y un colapso de comercial, con fuerte caída tanto de exportaciones como de importaciones.
Los desequilibrios que el mundo desarrollado está experimentando son tan marcados que, seguramente, el período de la “gran moderación” del ciclo que se observó en esos países en las últimas décadas puede darse por terminado. Como consecuencia de este abrupto final, la visión respecto de los desequilibrios y la estabilidad está cambiando rápidamente. En vista de la evolución de algunas variables en el presente –racionamiento agudo del crédito, déficit fiscales por encima de 10% del producto– y su evolución futura –ratios de deuda pública bien por encima del 100% del PBI– podría decirse, utilizando un concepto popularizado por Axel Leijonhufvud, que las economías avanzadas están transitando senderos que se encuentran fuera del “corredor” de estabilidad en torno al pleno empleo.
Desde finales de 2007 el crecimiento de las presiones inflacionarias condujo a que la política macroeconómica identificara a la inflación como una de sus principales preocupaciones. Las medidas de combate a la inflación incluyeron un persistente incremento del sesgo contractivo de la política monetaria así como medidas de corte fiscal (reducciones impositivas sobre algunos productos y manejo de tarifas públicas).
Las perspectivas macroeconómicas del Paraguay se han visto negativamente afectadas por el deterioro del contexto mundial. El sector agrícola, principal motor del crecimiento a un promedio del 5 por ciento anual del PIB en el periodo 2003-2008, ha sufrido la caída de los precios agravada, a su vez, por los efectos de la sequía reciente. Para el año 2009, se estima un crecimiento del PIB que oscila entre 0,5 y 2%. . Reflejando parcialmente el debilitamiento del contexto mundial, la inflación en Paraguay se encuentra actualmente en una firme tendencia a la baja, y se proyecta en 5,5 por ciento a finales de 2009. El presupuesto registró un importante superávit de 2,5% en 2008, principalmente debido a la buena ejecución de ingresos y a la baja ejecución de los gastos de capital. Sin embargo, según el FMI, los números de los ingresos fiscales durante el primer trimestre de 2009 muestran un panorama poco alentador, en parte debido a la debilidad de las importaciones (los aranceles aduaneros conforman un ingreso importante del Estado paraguayo).
El nivel de actividad sigue mostrando el sesgo recesivo característico de los últimos trimestres. No cabe duda que la profundización de la recesión en las economías desarrolladas es uno de los factores que explica la negativa evolución de la economía argentina. La crisis internacional se está haciendo sentir a través de dos canales básicos: el comercial –caída de las exportaciones incluyendo las destinadas a nuestros socios del MERCOSUR– y el financiero –falta de acceso a los mercados de capital externos con caída de crédito doméstico.
La balanza comercial brasileña registró en abril un superávit de U$S 3,7 mil millones, más del doble de lo que se observó en el mismo mes del año pasado, siendo también el saldo mensual más elevado desde mayo de 2008.
La región de Mercosur ha sido ya sujeto de cambios importantes del clima con implicancias económicas y sociales. En particular, los recursos hídricos superficiales, un capital natural clave de la región, han mostrado una gran susceptibilidad a estos cambios. Como respuesta, en algunos casos hubo acciones de adaptación, tanto públicas como privadas, pero en otros casos estas acciones están aún pendientes.